¿Qué pasará ahora con las obras de Fernando Botero?

¿Qué pasará ahora con las obras de Fernando Botero?

Alguna vez en una conferencia, escuché que cuando ocurra el lamentable hecho de la muerte de Fernando Botero, el valor monetario de sus obras no subiría en el mercado, porque su prolífica obra (hablamos de cantidad) hacía que mucha gente pudiera tener una de ellas en su casa o espacio de exhibición y que, en consecuencia, los precios seguirían iguales que cuando el artista estaba vivo.

Ahora siento, sin embargo, que su ausencia es una pérdida inmensa del arte en Colombia y en el mundo entero…pues nadie como él ha sabido retratar con tanta pericia y preciosismo la grandeza del espíritu colombiano, su garbo y camina’o sin diferencia de su posición social; su incólume personalidad; su romanticismo arraigado, y los más sublimes recuerdos de escenas en estado de clímax y plenitud total.

Hoy, algunas horas después de su triste deceso, mi intuición y mi conocimiento convergen en uno solo y me arriesgo a decir que la pena de no volver a ver una obra nueva suya, hace que la sonrisa de sus Monalisas (1959, 1961 y 1978) superen la fantástica ambigüedad expresiva que logró Da Vinci con la suya (Mona Lisa, 1503), o que la escultura en bronce de un soldado desnudo, tenga más valor sentimental (y monetario) que cualquier otro guerrero romano en el mundo. Esto y todo lo que sigue abajo, me hace pensar que, indiscutiblemente, la obra magnífica que Botero ha legado al mercado del arte experimentará su mayor ascenso. Los resultados en ventas de su obra en las grandes casas de subastas y galerías de Estados Unidos y Europa, lo confirmarán.

 
Fernando Botero, Mona Lisa de 12 años, 1959 | MoMA

Fernando Botero, Mona Lisa de 12 años, 1959 | MoMA

 

Fernando Botero, Mona Lisa niña, 1961, Museo de Antioquia

Fernando Botero, Mona Lisa niña, 1961, Museo de Antioquia

 

Fernando Botero, Monalisa, 1978, Museo Botero

Fernando Botero, Monalisa, 1978, Museo Botero

 

Para mí, siempre hubo algo de ternura en sus generosos volúmenes porque me hablaban de su amplitud para imaginar otros mundos posibles en que la belleza de la Mujer no estaba en su cuerpo delgado y atlético, como las mujeres estadounidenses de los 90´s que preconizaron el canon corporal de hoy. Sino, en cuerpos que son inconmensurables al abrazarlos y abrazando, como un abrazo refugio que imagino pudo haber dado la Mujer que escribió La carta (1976) en noches aciagas a quien le inspiró sus letras; o el abrazo de osa que daban las Mamás que vemos en Madre e hijo (1993); La familia (1989); Mujer con niños (2018), y en las múltiples obras que aparecen niñas y niños siendo cargados en el regazo incomparable de su Madre. Tal vez estas emociones se despiertan en mí porque soy Mamá y amo dar esos abrazos a mi Hijo… Pero además, esas corporalidades diáfanas, sfumadas*, justamente sin límites visibles, a punto de evaporarse, me hacen pensar que Botero podía en efecto, regalar a nuestra imaginación atmósferas con menor gravedad en la tierra. Figuras humanas y objetos que flotan imperceptiblemente, con una liviandad que las hace ser irreales pero que fungen como espejismos de la bondad escondida (encontrada por él y entregada a nosotros) en Manuel Marulanda “Tirofijo” (1999), en Pablo Escobar (1999, 2006), y Franco (1986), o la infantil coquetería en la elegancia desmesurada de las muchas damas distinguidas que pintó (Libros: Las Mujeres de Botero)

 

Fernando Botero, Pareja bailando,1987, Colección de Arte del Banco de la República

Fernando Botero, Pareja bailando,1987, Colección de Arte del Banco de la República

 

Fernando Botero, Madre e hijo, 1993, Museo Botero

Fernando Botero, Madre e hijo, 1993, Museo Botero

 

Fernando Botero, La familia, 1989, Museo Botero

Fernando Botero, La familia, 1989, Museo Botero

 

Fernando Botero, Manuel Marulanda “Tirofijo”, 1999, Museo Botero

Fernando Botero, Manuel Marulanda “Tirofijo”, 1999, Museo Botero

 

Fernando Botero, La muerte de Pablo Escobar, 1999,  Herning Museum of Contemporary Art

Fernando Botero, La muerte de Pablo Escobar, 1999,

Herning Museum of Contemporary Art

 

Fernando Botero, Pablo Escobar muerto, 2006, Museo de Antioquia

Fernando Botero, Pablo Escobar muerto, 2006, Museo de Antioquia

 

Fernando Botero, Franco, 1986, Museo Reina Sofía

Fernando Botero, Franco, 1986, Museo Reina Sofía

 

Es como si su mirada, dada a nosotros, pudiera todavía ver en ese presente (entre los años 80´s y los 2.000) los bailes suaves y candorosos de las parejas (1980, 1982, 1987, 1998, 2000, 2002, 2015) de los años 50´s, cuando los hombres usaban camisa y sombrero, y las mujeres, vestidos debajo de la rodilla y tacones con correa, al ritmo de tangos y boleros. Pero también, capturar en pocas imágenes y sintética maestría, la desgarradora historia de violencia en Colombia cuyo performance colectivo nos muestra en su expresividad, la tristeza insondable de cuerpos caídos ya sin espíritu…

 

Fernando Botero, Pareja de bailarines, 1982

Fernando Botero, Pareja de bailarines, 1982

 

Fernando Botero, Bailarines de tango, 2000

Fernando Botero, Bailarines de tango, 2000

 

Esas corporalidades de abundante humanidad, no sólo precisaban de grandes espacios para su libre albedrío en un universo de dimensiones superiores a las nuestras. También requerían, para ser gozadas estéticamente, de la apertura al placer con desenfado, sin vergüenza, sin escrúpulos, abandonándose a un dramatismo que bajo su pincel devenía en belleza.

Recordaré siempre el día en que por primera vez entendí su verdadero valor como Artista, y en últimas, las joyas que se vuelven las obras de arte cuando provienen de personas valientes como él que aseguraba, nunca haberse dejado llevar por las modas ni la necesidad de adaptar su estilo a ellas, porque hacer Arte era la única y mejor manera de estar en el mundo, porque ése era el único lenguaje con que lograba comunicar su verdad.

La emoción estética es esto… es esa emoción profunda que sientes por ver, sentir y experimentar la ocurrencia de un raudal de éxtasis interior, es el acontecimiento efímero de la belleza, sea cual sea tu definición. La obra de arte hace posible que esa belleza escurridiza que no es sino que sucede fútilmente, permanezca.

Esto, más allá de ser un escrito sobre la obra del maestro Botero, es una invocación por el Arte, para que el valor de las obras de Botero siga subiendo, su valor monetario y su valor social. El primero porque así, el mercado del arte en Colombia atraerá los ojos del coleccionismo extranjero hacia nosotros, y será inevitablemente una oportunidad para nuestro ecosistema artístico. Y el segundo, su valor social, porque muchas veces algo valioso no se conoce si no muere y se sabe que existió por última vez. Con esto quiero decir que, ojalá toda la gente sepa que murió un Grande, toda la gente, la gente que nunca ha tenido el “privilegio” de experimentar una obra de Botero en carne propia, y entonces, será políticamente correcto, poner al alcance de toda la gente su legado y que el Arte sea un por fin un derecho de tod+s, y no un privilegio de poc+s.

 

*Escrito por: María Teresa Guerrero Bucheli, fundadora-directora de MENCANTA, Doctora en Historia del Arte.

**El Sfumato es una técnica usada por maestros de la pintura renacentista y popularizada por Leonardo Da Vinci. El efecto que el sfumato produce es como si las figuras no tuvieran límites ni bordes. Antes bien, es como si estuvieran borrosas o se difuminaran. Esta apariencia es lograda mediante la aplicación de múltiples y delicadas capas de esmaltes transparentes sobre la superficie pictórica.

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